9 de mayo de 2010

¿Quién mató a Rosendo? Rodolfo Walsh



"Este libro fue inicialmente una serie de notas publicadas en el semanario CGT a mediados de 1968. Su tema superficial es la muerte del matón y capitalista de juego que se llamó Rosendo García, su tema profundo es el drama del sindicalismo peronista a partir de 1955, sus destinatarios naturales son los trabajadores de mi país.
La publicitada carrera de los dirigentes gremiales cuyo arquetipo es Vandor tiene su contrafigura en la lucha desgarradora que durante más de una década han librado en la sombra centenares de militantes obreros. A ellos, a su memoria, a su promesa, debe este libro más de la mitad de su existencia.
En el llamado tiroteo de La Real de Avellaneda, en mayo de 1966 resultaron asesinados el Griego Blajaquis y Juan Salazar..."

"En alguna oportunidad el vandorismo se ha jactado de no precisar para su acción teorías políticas complicadas. En efecto, los supuestos de esa acción están catalogados prácticamente desde que nació el movimiento obrero contemporáneo.
“El vandorismo” juzgaba en 1966 uno de sus grandes impugnadores, Amado Olmos “exhibe una brecha imposible de cerrar: su falta de ideología. Así Vandor obra a merced de aventurerismo, del oportunismo político”.
Los resultados de la acción son desde luego más importantes que los discursos y las intenciones, que Vandor relega sensatamente a los ideólogos del aparato.
Vandor atribuye al Sindicalismo un poder casi ilimitado: “En estas latitudes… ha sido y es fundamentalmente constructivo”. En nuestro país, las elecciones de 1958 demostraron su “poder real y concreto”. Sin él no se puede gobernar, si se lo elimina de la conducción nacional se produce el “estancamiento económico”.
¿Qué pretende este sindicalismo? No hay que asustarse. No se trata de “sostener un planteo clasista y sectario”. Clasista, pues, equivale a sectario. Ya Taccone, secretario general de Luz y Fuerza, lo ha dicho con un epigrama: “La clase obrera no es clasista”. ¿Será clase, por lo menos? ¿Será obrera?
Los obreros no persiguen ningún fin separado como clase: “Si consideramos que el sindicalismo es columna vertebral de la Nación, es porque pensamos en términos nacionales, es decir de totalidad, de comunidad”. La Nación es de una vez y para siempre la estructura actual, con sus opresores y sus oprimidos. La comunidad incluye de una vez y para siempre a los propietarios y a los desposeídos. Esa estructura no debe ser alterada ni atacada mediante planteos clasistas y sectarios: “La paz social no sólo es posible sino necesaria”.
Se trata de reformar “la antigua sociedad liberal e individualista” de convertirla en una verdadera “comunidad nacional”. Para ello el sindicalismo debe institucionalizarse, ser factor de poder, parte integrante del poder: “Pienso que la única forma en que las relaciones entre el sindicalismo y el poder público adquieran carácter permanente, es con la participación del sindicalismo en este último”.
El modelo ideal de esa participación es, naturalmente, el gobierno peronista, concebido no como un paso adelante para la clase trabajadora, sino como el paso definitivo, el último de ascenso, el no-va-más de la historia. En ese período “el sindicalismo… es parte integrante del gobierno e interviene en todas las decisiones que hacen a la vida nacional”. Este modelo de relación entre sindicatos y el Estado es, al parecer, eterno, independiente de la naturaleza de ese Estado y de las fuerzas económicas que expresa. La posición aceptada por un estado burgués nacionalista, que traduce la expansión de las fuerzas productivas internas, puede formularse el Estado frondizista que refleja el retroceso de esas fuerzas, reformularse ante el Estado de Onganía que sanciona la definitiva penetración de los monopolios. Se trata de “participar” en cualquiera: basta que a uno lo dejen…
Como un corte geológico o el tronco de un árbol, el documento de la ideología vandorista exhibe las sucesivas etapas de la transacción, los estratos históricos en que se volvió a negociar lo ya negociado, todas las variables del oportunismo que acusaba Olmos.
Ese conjunto de ideas y proposiciones han aparecido reiteradamente en las solicitadas de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), en los reportajes a Vandor. Citaremos solamente uno, publicado a comienzos de 1968 en la revista “Siete días”. Allí Vendor reafirma: “Lo que hay que rescatar es la revolución, no interesa quien la haga…, todos los sectores sociales sin prejuicios de clase… Yo no soy partidario del movimiento clasista”. Incidentalmente el neo-clasismo de Vandor se ha revelado en cada momento crítico como macartismo auténtico.
Como se ve, la burguesía no tiene nada que temer de Vandor. Lo que él pretende es que las cosas mejoren dentro del sistema, “discutir y decidir en un pie de igualdad”, llegar a un “arreglo permanente”. ¿Discutir con quién? ¿Arreglar con quién? Con los empresarios, naturalmente, y con el ejército, que es una realidad. Esto conviene a todos. “A mayor consumo de la clase trabajadora, mayores inversiones de capital” y “mayor desarrollo industrial”. La relación, en suma, se resume como “decidida participación en el desarrollo”.
La comunidad capitalista no aparece cuestionada, la lucha de clases no es reconocida, la paz social debe mantenerse, se requiere ser factor de poder y no tomar el poder.
Discutir el vandorismo desde la perspectiva de una teoría revolucionaria de la clase obrera es reencontrar uno por uno los viejos lugares comunes del reformismo, del sindicalismo burgués…
Es bueno, sin embargo que los trabajadores aprendan a reconocer las ideas que conducen a esos hechos, y que sepan también que las ideas no son inocentes, que el  desprecio por la ideología de la clase obrera es una promesa segura de traiciones, y que las traiciones no se consuman porque sí, sino en pago de algo. Bien lo dijo Amado Olmos, refiriéndose no sólo a Vandor, sino al grupo de jerarcas enriquecidos, de burócratas complacientes que lo han acompañado en sus aventuras. “estos dirigentes han adoptado las formas de vida, los automóviles, las inversiones, las casas, los gustos de la oligarquía a la que dicen combatir. Desde luego con una actitud de ese tipo no pueden encabezar a la clase obrera”."

Rodolfo Walsh nació en 1927 en la localidad de Choele-Choel, provincia de Río Negro. Su nombre integra desde el 25 de marzo de 1977 la larga lista de desaparecidos durante la dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976.


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 http://www.taringa.net/posts/downloads/1118384/Rodolfo-Walsh---Documento-Hist%C3%B3rico-de-1968.html





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