18 de agosto de 2009

De la incapacidad a la inseguridad



Instituto Superior de Formación Docente N° 84. Mar del Plata
Profesor en Educación Física
Materia: Perspectiva Sociopolítica
Curso: 1° Año “B”
Alumno: Maglione, Juan Ignacio
maglionejuan@gmail.com
Profesor: Ball-llatinas, Pablo
pabloballatinas@hotmail.com
26 de Marzo de 2009


Contenido
Introducción
De la incapacidad a la insegurida
La Inseguridad y la Educación
La inseguridad y los medios de comunicación
La inseguridad y la política
La inseguridad y economía
La inseguridad- y la sociología
Conclusión
Bibliografía


Introducción
En el siguiente trabajo se tratará, brevemente, de mostrar otra visión distinta del común de la gente sobre lo que parece ser la problemática más grande que se ha vivido en los últimos años: la falta de seguridad. Partiendo de una concepción de la sociedad como un reflejo del mundo contemporáneo, se debe buscar en la historia reciente los hechos significativos para dar con los por qué de este fenómeno. Nadie se encuentra ajeno a esta situación y, lo que es aún peor, nadie parece encontrar una solución inmediata; desde ya que este trabajo no pretende recetas mágicas, sino evaluar las condiciones que lograron que esto se expandiera sin encontrar manera de remediarlo. El título hace alusión a lo que, en una humilde opinión, refleja las ineficacias de un sistema verticalista y manejado por y para ciertos grupos de poder. Como ejes centrales de debate, tomamos a la educación, el acceso a la salud y la cobertura de fuentes de trabajo para dignificar al hombre y hacerlo apto para sus deberes y derechos ciudadanos.




De la incapacidad a la inseguridad
Basta con prender por unos minutos el televisor y recorrer los canales de noticias para rápidamente detectar el foco de atención de toda la sociedad; la mirada está puesta en la problemática de la inseguridad. Estrellas de televisión, políticos, periodistas, todos aquellos que conforman la opinión pública a través de los medio de comunicación, plantean la gravedad del asunto como tema principal de la agenda de nuestros gobernantes y de nuestra economía. Pero esto no es predominante sólo en un sector pudiente de la sociedad; Constantemente observamos a nuestros vecinos, amigos, familiares o compatriotas marchar sombríamente por las calles de la ciudad y del país, reclamando seguridad. Pero, ¿qué tipo de seguridad es la que plantean? Da miedo pensar en eso si lo analizamos fríamente. De hecho, el representante de la voz del pueblo de nuestra comuna ha pedido abiertamente la acción de fuerzas de seguridad nacionales en las calles de la ciudad: Queremos manifestar la petición del gobierno municipal para que las fuerzas federales, esto es Prefectura, Gendarmería y Policía Federal, participen de controles en la vía pública para así dar más seguridad y tranquilidad a los vecinos de Mar del Plata. (Gustavo Pulti. Diario La Capital. Jueves 19 de marzo de 2009). Es decir que se está pidiendo, a través de nuestros representantes, una mano dura que llegue para controlar aquello que, a través de los medios facilistas y mediocres no puede alcanzarse.


La falta de seguridad plantea un trasfondo mucho más complejo e inquietante que sólo acrecentar el personal policíaco o leyes más rigurosas. Debemos tener en cuenta que aquellos que cometen delitos no aparecen por generación espontánea, ni son personas de diferentes culturas, nacionalidades, ideologías; son personas afectadas por una serie de falencias que el estado y la sociedad en conjunto, han dejado olvidadas. Son hombres, mujeres y niños al margen del sistema, a quienes no se les ha brindado otra posibilidad más que esta, la de sobrevivir sin importar los medios para lograrlo. Cada día nuestras calles parecen una jungla de cemento y, como animales, luchamos por la supervivencia, a cambio de perder la identidad como sociedad y la cultura solidaria. Aparentemente nos encontramos solos en esta situación. Desde el gobierno bajan medidas que sólo intentan tapar la problemática, en vez de solucionarla; como quién barre el piso pero, en vez de levantar la basura, la esconde debajo de la alfombra. Los medios de comunicación constantemente nos transmiten (o sería mejor decir nos bombardean) noticias relacionadas a dicha problemática, convidando a que quienes han sido víctimas directas de la inseguridad, propongan justicia por mano propia, endurecimiento de las leyes, pena de muerte. Hago aquí un apartado sobre esto último: Desde la caída de la última dictadura militar, se creyó que no se hablaría jamás de utilizar la muerte para hacer justicia. No parece ser una discusión propia de un país democráticamente estable siquiera nombrar la pena de muerte como una opción para solucionar cualquier problema. Todo hecho social debe ser contextualizado y buscar los orígenes que permitieron dicho surgimiento. Nuestro país, desde los albores de sus días, ha estado sometido a intereses políticos, sociales y económicos ajenos; ya sea de la mano de inversionistas, prestamistas, o multinacionales al servicio de sus propias arcas. Las políticas de estado han ido en desmedro de las necesidades de su pueblo, generando una brecha cada vez mayor entre los pudientes y los humildes, los cultos e incultos, los capaces e incapaces. Recorrer las calles de nuestra ciudad nos da un claro ejemplo de este desfazaje entre las clases sociales: chicos pidiendo monedas en las esquinas en horario escolar, adolescentes embarazadas, adultos mayores sin las necesidades básicas cubiertas después de años de trabajo y aportes, jóvenes resentidos ante una sociedad que no les brinda oportunidades, profesionales sin trabajo, drogas al alcance de las manos. La violencia, el robo, la inseguridad no parecen desentonar con la realidad según se nos muestra. La pregunta que surge es: ¿la inseguridad es el problema más importante que debe resolver la sociedad para mejorar? Para responder a esta pregunta deberíamos analizar algunos aspectos trascendentes en nuestra cultura:


La Inseguridad y la Educación
Una de las grandes falencias sociales en la actualidad se presenta en el campo de la educación. Como Aparato Ideológico del Estado, la escuela cumple una función reproductivista de la cultura y los valores del poder dominante. Dicho de otra manera, el sistema educativo ayuda a acrecentar la brecha social, diferenciando contenidos, segmentando los conocimientos, negando, ya por voluntad o por omisión, posibilidades de transformación de la realidad, así como no genera la amplitud de visión que debería. Escuelas sin los elementos edilicios propicios para un buen desarrollo de actividades, niños y jóvenes con las necesidades básicas insatisfechas, docentes con salario deficiente y, por ende, con mucha carga horaria para contrarrestarlo, material de lectura y de apoyo de los contenidos escaso y no siempre de buena calidad intelectual, padres y/o tutores analfabetos o con escasa formación académica, son algunos de los aspectos que influyen en un deterioro del sistema educativo, y un abismo entre problemas y soluciones. No dejemos de lado que como todo Aparato Ideológico del Estado, hay políticas que conllevan a esta situación: “Un pueblo inculto es un pueblo sometido”, un pueblo analfabeto no puede hacerse escuchar, desconoce el trasfondo de sus problemáticas y queda silenciado. Y no hay dudas de que, a varios sectores, les conviene este sometimiento de las masas obreras, dado que será más fácil luego, utilizarlas con fines particulares a cambio de poco y nada. Freire analiza en sus trabajos con los trabajadores rurales brasileros el poder que conlleva la alfabetización y la apertura de sectores marginados a la lectura, la opinión, el cambio de perspectiva. “Alfabetizarse no es aprender a decir palabras, sino a decir sus palabras”. Un pueblo instruido es un pueblo difícil de esclavizar, con herramientas intelectuales para soportar los intentos de los grupos de poder de dominarlos a través de ficciones y falsas promesas. La educación es un recurso fundamental a fin de garantizar el bienestar social y por ende, debe ser tomado con la seriedad y compromiso que se merece. Tanto de parte de quienes manejan las políticas referentes a la educación, como por los actores que la conforman (docentes, no docentes, directivos, alumnos, padres). Seguimos rasgándonos las vestiduras en pos de defender a la educación obligatoria, cuando deberíamos preocuparnos de lograr una educación posible; pero para esto se deben cambiar varios aspectos sociales, políticos y económicos que, desde la visión actual de la sociedad, se está muy lejos de lograr.


La inseguridad y los medios de comunicación
Los medio de comunicación representan en nuestra sociedad el formador de opiniones más importante y voraz con el que nos hayamos enfrentado alguna vez. Son quienes nos han puesto en contra y a favor reiteradas veces de distintos sectores sociales, personalidades del espectáculo, políticos, países. Sería ingenuo, y hasta peligroso pensar que los acontecimientos que ocurren a diario en nuestra sociedad son mostrados de una forma totalmente imparcial y objetiva. Cada día intentamos (al menos algunos lo intentamos) tener en cuenta el origen de la noticia, para así juzgarla y compararla con otra decena de noticias difundidas por otros medios. Esto quiere decir que para uno lograr conocer una noticia, debería por lo menos, cotejar una docena de fuentes diferentes; y nadie garantiza aún, que conozcamos la noticia tal y cual se dio. ¿Es entonces una falta de voluntad por parte de los medio la desfragmentación de las noticias a fin de sólo darnos a conocer sólo una parte de ella, de la cuál, no sabemos a ciencia cierta, si es verídica o no? ¿La velocidad a la que se transmiten las informaciones es una cuestión de mayor cantidad en el menor tiempo posible o algo esconde este método? En esta era de las comunicaciones, son los dueños de los medios, los verdaderos responsables de las noticias, informaciones y opiniones que surjan del mismo. No es difícil imaginar entonces, que todo material que llega a nosotros antes ha sido seleccionado y parcial o totalmente adaptado a fin de enviar el mensaje de una manera acorde a los intereses del sector al que el medio representa. Chomsky opina que los medios de comunicación deben cumplir con dos funciones: Informar de modo integral, ecuánime e imparcial y, también, deben ser los guardianes del pueblo contra los abusos del poder. Desde esta perspectiva nos encontramos muy lejos de lograr acercarnos a esta utópica visión de los medios. El autor señala que los medios de comunicación sirven como industria de las relaciones públicas a favor de los ricos y los poderosos, cuya función es venderle algo al público en vez de informarlo. Y el recurso principal para vender es la propaganda. Tengamos en cuenta este dato: los cortes comerciales abarcan un tercio del tiempo total que se ve en televisión”. Ahora bien, ¿de qué manera se utiliza la propaganda en los medios masivos?. No debemos olvidar que, antes que nada, los medios son un negocio y, como tal, no deben generar pérdidas. Por ende, se buscan auspiciantes que subsidien los programas, pero a cambio, son los mismos auspiciantes quienes deforman las noticias en pos de sus intereses. Sería ilógico pensar en un noticiero atacando a las empresas que sostienen al mismo. De esta manera, los acontecimientos revelantes son elegidos de forma arbitraria por un puñado de personas a cargo de empresas con intereses concretos, por lo que la audiencia sólo conocerá (y nunca sabremos con que grado de exactitud) la información que este sector de poder crea necesario.
Chomsky y Herman crearon el “modelo de la propaganda”, describiendo las fuerzas “invisibles” capaces de asegurar que los medios cumplan el papel de propagandistas, transmitan información tendenciosa y obedezcan a las órdenes de sus amos. Son cinco filtros desde las noticias tal cuál son, a lo que llegará a nuestra mente: El dinero, la publicidad, la dependencia de la información, la censura y el anticomunismo o el miedo a culturas que afecten el sistema de vida occidental. Estamos acostumbrados a que los medios nos digan que pensar, a quién creer, a quien odiar, pero este autor nos abre otra posibilidad; la de cotejar opciones. Propone dedicar tiempo a leer qué noticias son importantes para cada medio, y ver que grado de importancia se le asignó a los sucesos que nosotros creamos importantes. No debemos olvidar nunca que todo medio de comunicación se mueve en función de un poder económico que lo rige y que lo legitima, y por ende, estará limitado por el mismo.


La inseguridad y la política
No es desconocido que cada acción política tiene un trasfondo meramente utilitario para quienes tienen el poder. El pueblo elige a sus representantes de manera casi pasiva, dado que son un puñado de personas que ya han tenido que negociar y pactar decenas de veces sólo para llegar a tener su nombre impreso en una lista de candidatos. No es verdaderamente representativo un gobierno que no brinda la posibilidad de oír todas las voces sobre un tema, o que censura a quienes piensan distinto. Sin ir más lejos, en las últimas elecciones era moneda corriente no encontrar boletas de ciertas agrupaciones o partidos políticos minoritarios, pero con aceptación popular. Desde los diferentes partidos políticos (hoy llamados, frentes, coaliciones, alianzas; simplemente para evitarse el voto en internas) oímos a sus representantes quejarse de las problemáticas actuales, culpando siempre al gobierno de turno, tildándolo de ineptos, corruptos, incapaces. No está de más recordar que los que hoy vociferan sobre los gobernantes, alguna vez tuvieron el poder y aún así la situación no ha cambiado. Y lo que es peor, se olvidan de que el presente es una consecuencia inmediata del pasado. Bobbio nos habla de la dicotomía eterna entre las diferentes posturas políticas y sociales; esta división entre izquierda y derecha, entre radicales y conservadores, que no hace más que dividir a los sectores sociales, al pueblo, perdiendo así la posibilidad de unidad. Está claro que las diferencias políticas existen y son amplias, y que la mayoría de las personas en algún momento determinado de sus vidas toman una inclinación de una por sobre la otra. Hay un dicho popular que lo resume: “Si a los veinte años no sos de izquierda, no tenés corazón. Si a los cuarenta lo seguís siendo, no tenés cerebro”. Más allá de esta frase chabacana, la realidad es que hoy, en relación a la seguridad, nos estamos inclinando considerablemente hacia la derecha. Una derecha extremista, tensa. Parece exigirse un gobierno rígido, inflexible, duro.
Poco aparenta quedar en el recuerdo de los millones de personas festejando el triunfo de la democracia el día 30 de octubre de 1983, sin importar tanto si el elegido era Luder o Alfonsín. El país había quedado muy golpeado anímica, moral, social y humanamente durante esos casi siete años de dictadura sangrienta y la posibilidad de reorganización era un faro de esperanza en el ancho mar de nuestras angustias patrias. Pero como se dijo anteriormente, hoy nos enfrentamos con algo similar (perdón la comparación) con lo sucedido en la Alemania posterior a 1919, donde cada presidente era elegido debido a su plataforma política en relación a la seguridad; es decir, el mejor gobernante iba a ser quién pudiera mantener la seguridad del país a toda costa. Los resultados quedaron a la vista. Más allá de derechas o izquierdas, el eje central de la discusión es que rol juega la conducción política en pos de solucionar los problemas importantes de la sociedad, más allá de los urgentes.


La inseguridad y economía
Para no ahondar en detalles escabrosos y tediosos que a menudo acompañan a la economía, la reflexión la haremos desde un punto clave: El desempleo. Desde mediados de los años 90, en nuestro país se implementó una serie de pagos a personas sin trabajo, al mejor estilo de seguro de desempleo. Desde ya que, en esta acción extrañamente social y de estado de bienestar, se oculta un arma muy poderosa: “No se muerde la mano que te da de comer”, dice un dicho conocido. Y esta ley es aplicable en este caso; con estos planes se garantiza el gobernante de turno, un apoyo incondicional, no por eso legítimo, de un sector carenciado de la población. Lo que intentaría demostrar en un acto político, que el pueblo acompaña al gobernante. En contrapartida de estos subsidios a quienes prestan sus gargantas y banderas para los actos, y su voto en las elecciones, el país se encuentra sumido en una profunda crisis económica, producto de largos años de mala administración, con mandatarios que renuncian sin rendir cuentas, negociados fraudulentos, políticas privatistas y toda una serie de manejes políticos con poco, por no decir nulo, beneficio para el pueblo. Es de esta crisis donde surge, entre otras, una de las problemáticas más importantes de nuestra actualidad: el desempleo. Si volvemos al ejemplo antes mencionado de la ciudad como una jungla, donde cada individuo intenta subsistir a toda costa, pensemos si estos animales no sólo necesitan de comida, sino de una serie de beneficios que sólo se consiguen con dinero, pero la posibilidad de conseguirlo no está al alcance de todos; ¿cómo sobreviven los que no acceden a él?
De más está aclarar que no se intenta defender el robo y la violencia como medio para reparar daños que la sociedad comete contra sí misma, pero se debe comprender también, que la misma sociedad creó este mal, al permitir una mala distribución de las riquezas, la privatización de sectores públicos, el cierre de puestos de trabajo. La excusa de éste último podría ser la automatización de las fábricas; pues bien, si gusta de los documentales se propone el siguiente: Zeitgeist, Addendum (Peter Joseph, Alemania / Estados Unidos, 2008). En la segunda parte del documental, que se refiere al “Proyecto Venus”, da una visión sobre el rol que deberían cumplir las máquinas en relación con el hombre, una síntesis sería: El mundo cuenta con los recursos naturales y tecnológicos necesarios para que ningún hombre, mujer, niño o adulto mayor deba tener que volver a trabajar nunca más, dado que la función primordial de la tecnología es esa, trabajar por y para el hombre. El desempleo, como pronuncia Sen, no sólo influye en la persona a nivel económico, sino que lo hace a nivel psicológico. Se destaca en los estudios realizados como uno de los puntos clave el “como se inicia el deterioro psicológico y como las personas, tras un largo período de desempleo, cuando vuelven al trabajo manifiestan una baja productividad, ya que ha cambiado fundamentalmente su psicología” Sen, Amartya. Apuntes de cátedra. 2008). La utilización de fondos federales para dichos planes y no para la apertura de puestos de empleo deja entrever que hay una política tendiente a reforzar las diferencias sociales y/o económicas, dado que un pueblo que está sometido no tendrá participación activa en el poder. De la misma manera que las malas administraciones crean un descreimiento de las nuevas generaciones con respecto a los políticos y a la política en sí, lo que genera, por otro lado, que el poder siga concentrado en un grupo pequeño de personas que manejan a la mayoría que no quiere involucrarse.


La inseguridad y la sociología
Como se mencionó anteriormente, las problemáticas del presente no son más que repercusiones de los acontecimientos del pasado. Por lo tanto, como sociedad, debemos plantearnos el grado de responsabilidad antes las aberraciones que vivimos hoy en día. Como expresa Tenti Fanfani “el individuo construye una subjetividad, una conciencia práctica y un conjunto de capacidades reflexivas en la medida en que mantiene relaciones con el medio ambiente natural y social en el que vive”. ( Tenti Fanfani, Apunte de cátedra. 2008). La sociedad rechaza aquellas anormalidades que ella mismo supo originar, ya sea activa o pasivamente. Se horroriza ante actos cometidos por miembros de la misma, pidiendo muerte o leyes mas severas, y no se concentra en analizar los causantes de los mismos. Plantear un cambio radical en la manera de pensar de los sujetos sociales no es algo que se pueda realizar en un abrir y cerrar de ojos, sino un proceso largo pero sostenido, duro pero consciente, donde se fijen las prioridades y se valorice al hombre por sobre el capital. La sociedad de consumo genera día a día una voraz y sangrienta pelea entre los hombres para asegurarse un puesto de trabajo, un mejor pasar económico, un mejor porvenir. Este consumismo es el que, con el pasar de los años, nos va volviendo más individualistas, generando conflictos entre pares con un único beneficiario, el capital.


Conclusión
En medio de este caos social en que estamos inmersos, parece no haber escape posible (ya ni siquiera las puertas de Ezeiza) que nos conduzca hacia un mundo mejor. Los políticos, las instituciones, los medios de comunicación, todos los sectores de poder parecen estar complotados en contra del desarrollo de la socialización del pueblo, fomentando así, una división entre clases, una lucha entre el mismo pueblo con el único fin de legitimar su poder. Esa lucha se da cotidianamente en cada sector de la sociedad, librando una batalla que no tiene entre sus vencedores al pueblo. Es por eso que el cambio está en cada uno, en cada acción que se pueda hacer, no para vencer a quién tenemos al lado, sino para ayudarnos a superar estos momentos de angustia comunitaria, para darnos cuenta que existen alternativas de cambio al alcance de nuestras manos. Hay pilares de la sociedad que deben estar intactos para poder cumplir con nuestra utopía: la educación incluyente, posible, transformadora, equitativa; la salud, al alcance del pueblo, con recursos acordes, profesionales bien remunerados y capacitados, con instalaciones en condiciones para realizar dichas actividades; la fuente de empleo para no sólo brindar al hombre las herramientas para alcanzar sus sueños, sino también como manera de dignificación, el trabajo dignifica al hombre, lo hace mejor, útil, importante.


Bibliografía
 Gelman, Juan y Bayer, Osvaldo (2006) Exilio. Buenos Aires. Editorial Planeta.
 Tenti Fanfani, Emilio (2008) Apuntes de cátedra. Mar del Plata. I.S.F.D. N° 84.
 Sen, Amartya (2008) Apuntes de cátedra. Mar del Plata. I.S.F.D. N° 84.
 Bobbio, Norberto (2008) Apuntes de cátedra. Mar del Plata. I.S.F.D. N° 84.
 David Cogswell (1997) Chomsky parea principiantes. Buenos Aires. Era naciente SRL


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